Comentario Editorial
Las primeras piezas de literatura digital de Milton Läufer comienzan en 2001 y se caracterizan por la experimentación visual que problematiza la experiencia de legibilidad poética a partir del uso de software prediseñado con el que producía textos en PDF distorsionados visualmente, opacos o borrosos. También producía en esos años versiones animadas e interactivas en Flash y videos con texto oculto. Con el tiempo, la obra de Läufer pasó a centrarse más directamente en la programación de algoritmos generativos. Trabaja así a partir de textos propios o ajenos produciendo variaciones generativas vinculadas ya sea con la poesía, el cuento o la novela, que iluminan la potencia de reproducción del lenguaje mismo y el modo en que toda palabra es palabra atravesada por discursos otros. Muchas veces sus piezas generativas resultan de la autoimposición de restricciones del código (tamaño, autosuficiencia, etc.), suerte de restricción oulipiana digital con la que experimentar la síntesis como función poética.
Emociones artificiales es un poema generativo combinatorio en el que la máquina digital “nos habla” irónicamente en un loop algorítmico de su distancia insalvable para con lo humano. Se trata de “emociones artificiales” que no serían entonces comparables a las humanas. Al tiempo que leemos aquí el discurso de la máquina, pero en un lenguaje natural que por tanto tiende hacia lo humano, podemos también leer en un recuadro inferior el lenguaje artificial del código que da lugar a la efectuación del lenguaje natural. De modo que en el solapamiento de las lecturas obtenemos un detalle algo más preciso de la convergencia pero también de la distancia entre ambos lenguajes.
Según se aclara al comienzo del texto, el hecho de que tanto el poema en lengua natural, como el código informático que lo produce sean visibles dentro de sendos recuadros se debe a que el código trabaja –oulipianamente– bajo restricción en un formato de 799 caracteres y 800 bytes. Esto se vincula con la búsqueda de poeticidad no tanto o no solo en el poema de superficie visible en la pantalla sino en el código mismo. Lo que señala hacia su propio proceso constructivo, programado por un humano.